Silvia Castillo, periodista
28 junio, 2021

La labor es titánica, no hay duda. Lograr que en el costarricense renazca la pasión y la confianza en los partidos políticos es una misión que algunas personas calificarían de irrealizable cuando actualmente Costa Rica presenta la simpatía partidaria más baja en 28 años.

Según la última encuesta de Opinión Política del Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica (CIEP-UCR) y los registros históricos de esa misma entidad y la empresa UNIMER, dados a conocer en mayo pasado, solo el 13% de los consultados expresaron tener simpatía por alguna de las agrupaciones políticas, tradicionales o nuevas.

La nota promedio que recibieron los partidos en este sondeo fue de 2,9 (en una escala de 1-10), la calificación más baja que la reportada en las encuestas de noviembre y abril del 2020.

“La corrupción no es monopolio de la política, y eso, si nos ponemos sinceros, yo creo que lo sabemos todos. Hay corrupción en el mundo de la empresa, hay corrupción en el mundo académico, hay corrupción en el mundo de los medios de comunicación, hay corrupción en diversos espacios de la vida en sociedad y eso no debe ser una razón para que nos despreocupe o para que consideremos que (la política) no es relevante”, reflexionó Gustavo Román, abogado y asesor político del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).

“…para qué me voy a meter en política. Si me meto ahí voy a salir trasquilada y si me quedo y permanezco voy a quedar como una borrega que no tengo criterio propio ni autonomía…”, explicó Gina Sibaja, politóloga y profesora universitaria.

“Hay una parte de la población que considera que hay una suerte de penalidad, ocuparse de la política es feo, malo, sucio, corrupto”, expresó Gustavo Araya politólogo y presidente del Instituto Ciudadano.

Los tres expertos reconocen que la pregunta con la que titulamos esta información y que PolitiKAS en Línea les pidió responder en una entrevista (Entrevista a Gustavo Román, entrevista a Gina Sibaja, entrevista a Gustavo Araya), fue complicada de contestar en el actual contexto político nacional donde hay un desamino electoral y mucha decepción en los ciudadanos.

Sus respuestas incluyen fuertes críticas a lo que realizan actualmente todos los partidos políticos en Costa Rica y las consecuencias de dejar de lado las urgentes modificaciones que se requieren. Sin embargo, también destacan errores de otros sectores sociales y el mal uso de las redes sociales que llegan a cumplir un papel en ocasiones degradante de lo político.

Lograr acuerdos, pese a visiones muy distintas

El asesor político del TSE resumió en tres pasos lo necesario para que el costarricense se vuelva a enamorar de la política. Primero: recuperar el sentido básico de la política que es el encuentro de los iguales para construir juntos el mundo común, es decir, para resolver las diferencias y crear soluciones.

El segundo paso, explicó Román, sería imaginar las posibilidades que abre la política. Comparó la epidemia del cólera de 1856 donde falleció el 10% de la población del país, con la actual pandemia de la COVID-19. Ese 10% significaría que hoy morirían 500.000 costarricenses. “Es un dato escalofriante y un dato inasumible… ¿Qué marca la diferencia? Muchas cosas, pero hay una que es clave: tenemos un sistema de salud pública robusto”, expresó. Ese sistema de salud, agregó, lo construyeron los costarricenses en democracia con un acuerdo político en la década de los cuarenta.

“Personas con visiones muy distintas del mundo se pusieron de acuerdo, negociaron, llegaron a un acuerdo y construyeron esas garantías sociales, y esa seguridad social y otras instituciones que luego en la segunda mitad del siglo 20 se fortalecieron, pero fue un acuerdo político”, resaltó el abogado.

El tercer paso es que el ciudadano se pregunte si no es con la política ¿cuál es la opción para gestionar las diferencias en sociedad? Román aseguró que la respuesta es la menos agradable ya que sería la violencia, la guerra civil y la ley del más fuerte. “Cuando se acaba la política no empieza la libertad. Cuando se acaba la política lo que sigue es el caos y mucho sufrimiento para la sociedad”.

Román pidió sinceridad a los costarricenses para reconocer que “la corrupción no es monopolio de la política, y eso si nos ponemos sinceros, yo creo que lo sabemos todos”.

Empero, afirmó que eso esto no es razón para que la sociedad se despreocupe, sino que hay que combatirla. “Pero es demagógico, es populista, verla como un fenómeno exclusivo del mundo de la política y segundo verla como una característica general, absoluta, y compartida por todas las personas que intervienen en espacios de decisión política”.

Romper el statu quo y abrir puertas

Gina Sibaja, politóloga, cree que Costa Rica tiene actualmente suficiente historia política en democracia para entender que la manera de acercar a las personas a la política “no es como lo estamos haciendo”.

“Estamos viviendo una política del statu quo, es decir la política ha dejado de ser ese motor dinámico para transformar las sociedades, para regir las relaciones de poder…hemos estado enfrascados en discusiones personales, en primer lugar, enfrascados en ver de qué manera usamos las reglas que conocemos para mantener las cosas bajo control”, sentenció.

“Están ya con las reglas claras, muy establecidas, y no se quieren mover de ahí y esa es la oferta que vamos a tener (en las próximas elecciones nacionales). Entonces no podemos esperar nada más triste que el desencanto como respuesta”, agregó la politóloga.

Para Sibaja, que los partidos políticos abran sus puertas y generen mecanismos de inclusión para que puedan participar la mayor cantidad, podría ser una forma en que más costarricenses vuelvan a apasionarse y confiar en la política.

“Es una parte importante, abrir puertas y asumir las consecuencias de eso. Si esto significa perder una elección está bien, pero se pierde como se debe. No porque no pude usar las herramientas a mi favor como, por ejemplo, la desinformación y la violencia política que son dos herramientas que ya hemos visto que se utilizan a menudo y que esto lo único que hace es perjudicar aún más esta noción deteriorada de la política”, afirmó.

Esto permitiría que todos los sectores puedan converger en un proyecto y que se discuta una agenda, que se den más compromisos que promesas con los diferentes sectores.

Otro punto vital para Sibaja que podría recuperar el encanto en la política es generar un pacto de honestidad, de transparencia, un pacto de no agresión, entre personas candidatas y partidos políticos. Esto debería incluir a los medios de comunicación, agregó.

Esto implica, dijo, romper esquemas. “No podemos pretender que las cosas cambien radicalmente en términos de percepción de la ciudadanía con la política si los partidos políticos siguen haciendo lo mismo de siempre con las mismas personas de siempre”.

Sin formación ni discusiones programáticas

Para el politólogo, Gustavo Araya, quien además es presidente del Instituto Ciudadano, los partidos políticos son los llamados a trabajar para que los ciudadanos vuelvan a confiar y se apasionen con la política.

Existen, agregó, dos dimensiones en el desencanto del costarricense. Una es institucional ya que los ciudadanos sienten que para qué van a participar, para qué van a votar, si de todas formas el estado no les sirve, han votado toda su vida y “así de mal estamos”.

A esto se une la penalidad. “Para qué votar, para qué participar del estado si de todas maneras los empleados públicos son corruptos. Entonces no solamente es la no participación, una pasividad con respecto al ejercicio ciudadano, sino que por otro lado está la penalidad, la acción proactiva en negativo, motivo a que la gente no vote. Esas son las dos reacciones con las que hay que luchar”, detalló Araya.

Recordó que tal y como lo señalan Steven Levitsky y Daniel Ziblatt en el libro “Cómo mueren las democracias”, la democracia muere sistemática y paulatinamente. “No nos estamos dando cuenta de cómo se nos está yendo la democracia y no nos hemos dado cuenta de que efectivamente la otra gran parte de la institucionalidad radica en los partidos políticos. ¿Cómo enamorar a las personas para que participen en política? Bueno, con los partidos políticos”.

Pero, ¿qué pasó con la formación de cuadros dirigentes en los partidos políticos, las discusiones programáticas y canalización de las demandas sociales? Los partidos políticos, explicó, dejaron de hacer esas tres funciones fundamentales.

Los partidos políticos tenían institutos de formación. En el partido Liberación Nacional existía el Instituto de Formación Rodrigo Facio, en la Unidad Social Cristiana el Instituto Costarricense de Estudios Políticos (ICEP).

“Esa parte la obviaron los partidos políticos, la han ido dejando … hay gente que dice que no hay líderes ni lideresas, es que los partidos políticos abandonaron esa función”, reflexionó Araya.

También abandonaron la gestión de plataformas programáticas. “Esas discusiones se abandonaron, no solamente las grandes discusiones ideológicas, sino que se abandonan las discusiones programáticas, bueno qué quiero hacer en Costa Rica en los próximos dos, tres o cinco años…”, agregó.

Para el politólogo, hoy los partidos políticos están “absolutamente desdibujados, y eso no enamora”.

El último elemento importante es la canalización y vinculación de las demandas sociales. Debe existir, detalló, un vínculo entre la sociedad y los partidos políticos.

La segunda dimensión es la cultural que incluye a los medios de comunicación, las redes sociales, y la actitud ciudadana, y quienes son culpables en parte por el descrédito de los partidos y de la participación política. “La persona que se mete en política automáticamente tiene un rótulo sobre su cabeza que dice corrupto”, explicó Araya quien considera que ese descrédito en parte es causado por los tres grupos anteriores.

“Aquí tenemos discusiones con un nivel de desconocimiento absoluto porque culturalmente la sociedad costarricense se acostumbra, pareciera en algunos casos, a insultar antes que, a informarse”, expresó.

Araya sabe que volver a enamorar a los costarricenses de la política es “una tarea titánica”. Sin embargo, cree que es importante seguir luchando contra “el aparataje mediático y contra la cultura más o menos generalizada de desdén por lo político”. La política, resaltó, es una actividad absolutamente loable, pero que ha venido a menos”.

Los contenidos publicados expresan la opinión del autor y autora, y no necesariamente la visión de la Fundación Konrad Adenauer.

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