Silvia Castillo, periodista
7 julio, 2021

• Capacidad de aprender siempre cosas nuevas, única forma de mantenerse vigente laboralmente.

• País debe enfrentar brecha digital e implementar nuevos mecanismos para ejecutar fondos de FONATEL.

El ser humano nunca había visto un crecimiento tan rápido como el que trajo consigo la digitalización de la economía y esto ha provocado que la productividad se quede rezagada.

Esto ha sido una constante en el desarrollo de las innovaciones tecnológicas y se presentó también a finales del siglo 19 cuando la energía eléctrica empezó a suplantar a los motores de vapor. La diferencia es que ahora los cambios son muy drásticos en un periodo muy corto, lo que hace difícil reaccionar.

Así lo explicó Víctor Umaña, doctor en economía política internacional del ETH Zúrich y máster en derecho internacional y economía en la Universidad de Berna.

“Los marcos jurídicos, las instituciones, no pueden avanzar a la misma velocidad”, expresó el también profesor de INCAE Business School y consultor internacional. Mientras la digitalización de la economía presenta una curva de crecimiento exponencial, “las instituciones lo más que pueden es avanzar linealmente”.

Umaña lo ejemplifica de la siguiente manera: hace 130 años, cuando la energía eléctrica empezó a suplantar los motores de vapor, todas las fábricas estaban diseñadas cerca de un río o una fuente de agua que pudieran usar para mover las turbinas. Las fábricas tenían cierto diseño y tres o cuatro décadas después de que llegara la energía eléctrica, seguían teniendo el mismo diseño. “Era difícil cambiar cosas que ya estaban hechas. Por 30 años no hubo un gran aumento en la productividad, porque se seguía usando el diseño viejo. Hoy nos pasa lo mismo”.

El agravante es la velocidad de la digitalización. Pero, ¿qué se entiende por digitalización de la economía?

Básicamente, detalló Umaña, es la conversión de cosas del mundo físico al mundo digital y su beneficio está en que una vez que se digitalizan pueden ser reproducidas infinitamente a un costo marginal de cero. “Uno pasa de tener productos físicos separados a productos digitales que se van consolidando… Eso tiene muchísimas ventajas para la economía porque entonces podés producir muchísimo a un costo muy bajo”.

Al mismo tiempo que esto ocurre, también otros productos pierden valor. Por ejemplo, las cámaras fotográficas que antes costaban cientos o miles de dólares. Hoy la mayoría de las personas usan la cámara de su celular. Tomar una fotografía ya no implica un costo.

Lo que sí han surgido son nuevos servicios asociados a la toma de las fotografías, que son los que sí tienen un costo, de la misma forma en que ocurrió con la digitalización de la música. “Antes tenías que tener el long play (LP), después el CD. Ahora con una suscripción digital tenés acceso a millones y millones de canciones. No es que la música perdió valor es que el valor lo está capturando alguien más que es el que la digitalizó”, expresó Umaña.

Igual ocurrió con los libros y las llamadas telefónicas, pero esto va más allá del papel o los aparatos de uso cotidiano. Se pueden digitalizar, por ejemplo, activos biológicos como el genoma humano y cientos de miles de organismos vivos. “Es lo que ha permitido tener una vacuna contra la COVID-19 de forma tan rápida, porque se pudo digitalizar el coronavirus”.

Otro beneficio es la disminución de los costos asociados a la digitalización. Hace 25 o 30 años, cuando inició el proyecto del genoma humano, la inversión ascendió a US$3 millones y hoy se puede digitalizar un genoma por menos de US$1.000.

La digitalización de la economía facilitó también el acceso a las personas de la información por medio de la Internet. “Llevar Internet a todo el mundo…”, manifestó Umaña quien reconoce que, pese a que en Costa Rica eso ha costado mucho, en términos relativos el país está bastante bien. “Si se hace una comparación de Costa Rica respeto a otros países, estamos muy bien en digitalización, sobre todo en el acceso a las tecnologías digitales. Me acaban de pasar la encuesta Latinobarómetro y ahí se muestra que Costa Rica es el país de América Latina donde más personas pudieron trabajar desde la casa durante la pandemia”, detalló.

Digitalización y productividad

La brecha se presenta cuando se analiza la productividad, pues la rapidez en los cambios que están relacionados con la digitalización es algo nunca visto en la historia de la humanidad y a lo cual es difícil reaccionar.

“Antes la vida estaba separada en dos partes. Nacías, estabas en la escuela y tenías un largo periodo de aprendizaje hasta que terminabas la universidad y después tenías un largo periodo de trabajo. Ese modelo ya está obsoleto”, dijo Umaña.

La única forma de mantenerse vigente, agregó, es la capacidad de estar aprendiendo constantemente, o la capacidad de aprender y desaprender para volver a aprender, y trabajar al mismo tiempo. “La pandemia nos ha dado una lección en ese sentido, porque hemos tenido el chance de ser mucho más productivos gracias a la digitalización y la capacidad de estar aprendiendo mucho durante este periodo”.

Sin embargo, el experto reconoce los retos que esto genera, ya que ahora hay empleadores que manifiestan su preocupación porque los jóvenes que se gradúan de las universidades no están preparados para lo que se requiere en el trabajo. Los seres humanos y las instituciones son muy lerdas para acoplarse a los cambios exponenciales de la digitalización, explicó Umaña, por eso existe esa brecha de productividad. El reto es irla cerrando poco a poco.

“Yo creo que estamos en las puertas de ver la obsolescencia del modelo universitario, porque las universidades, sobre todo las nuestras en el mundo occidental, son muy anquilosadas, son muy difíciles de mover”, afirmó el experto quien considera que muchas de las habilidades que hoy se necesitan en el mundo digital no se enseñan de la mejor manera en estos centros de estudios superiores.

¿Cuáles son los avances y los principales retos en materia de digitalización de la economía que tiene Costa Rica?

Víctor Umaña cree que el país avanzó en esta área gracias a la apertura del mercado de telecomunicaciones hace más de dos décadas, lo que permitió una mayor competencia y penetración de las tecnologías móviles.

El problema es que aún existe una brecha digital entre aquellos que tienen acceso y los que no, lo cual se ha exacerbado y se ha visibilizado con la pandemia.

“No tenemos buenos mecanismos para poder ejecutar los fondos de FONATEL (Fondo Nacional de Telecomunicaciones) y no me atrevería a decir en este momento cuál es la solución, pero claramente me parece que la Superintendencia de Telecomunicaciones no debería ser la ejecutora de los fondos. Podría ser la garante, la guardiana de los fondos, pero no la ejecutora porque no le corresponde dentro de sus funciones. Lo que haría yo sería sacar esos fondos a concurso agresivamente para que podamos llevar tecnología de comunicación a quienes más la necesitan en este momento”, sentenció el experto.

El otro reto es para la parte de la economía que sí está digitalizada. Cómo aplicarla, cómo facilitar los negocios, los trámites, la educación. De qué sirve el teléfono, la computadora o Internet si aún hay trámites, por ejemplo, que deben realizarse en parte presencialmente o ventanillas digitales que solo funcionan en horarios de oficina. “Lo que hace falta es la coherencia, la lógica, el sentido común, y la voluntad de hacerlo”, destacó Umaña.

Los contenidos publicados expresan la opinión del autor y autora, y no necesariamente la visión de la Fundación Konrad Adenauer.

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