Silvia Castillo, periodista
8 noviembre, 2022
  • Carencias como empleo en actividades de alto desempeño en las zonas rurales, jóvenes sin concluir estudios secundarios, tasas de interés muy elevadas y medio millón de personas ganando menos del salario mínimo, empobrecen a la población.

El gran reto de Costa Rica es la desigualdad en el bienestar pues actualmente 500.000 personas ganan menos del salario mínimo, tres de cada diez desempleados no terminaron la educación secundaria y en las zonas rurales es muy difícil encontrar empleo en actividades de alto desempeño. A esto se suman además, tasas de interés muy elevadas para los pequeños empresarios que requieren financiamiento y un exceso de trámites. 

Este es un cóctel perfecto que impide mejorar la calidad de vida de los costarricenses que hasta hace unas décadas habitaban en un país que fue exitoso generando desarrollo humano y progreso social, pero que hoy se ha estancado.

Así analizan la situación del empleo y la pobreza en el país, el investigador del Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible (Clacds) del INCAE Business School y director del Índice de Progreso Social en América Latina, Jaime García, y  el economista Fernando Rodríguez, del Observatorio Económico y Social (OES) de la Universidad Nacional.

Actualmente en el país tres de cada diez desempleados no terminaron la educación secundaria, casi dos de cada diez apenas tiene la educación primaria completa, lo que significa que el 50% de quienes carecen de trabajo no concluyeron el colegio.

Esto, explicó García, claramente le impide a esa población obtener un empleo de calidad, es decir, un trabajo formal que esté ligado a actividades altamente productivas. 

Según el Índice de Progreso Social 2022, Costa Rica continúa obteniendo un alto nivel (ocupa el segundo lugar en América Latina), pero se ha quedado estancado en los últimos cinco años debilitándose en aspectos que antes tenía como, por ejemplo, la calidad educativa en primaria y secundaria.

Según detalló García, “lo que hemos encontrado en las diferentes ediciones del Índice de Progreso Social que hemos hecho en el mundo es que la mejor intervención para mejorar el progreso social es el empleo de calidad”.

El fracaso del sistema educativo en Costa Rica se convierte así, agregó García, en el fracaso del sistema productivo, porque muchas veces las empresas están buscando personal con determinados perfiles educativos y no lo encuentran. Mientras tanto el desempleo alcanza casi el 12%.

El país sufrió graves consecuencias en el empleo y la pobreza durante los últimos dos años de la pandemia de COVID-19 que los llevó a tener una tasa de desempleo en el 2020 del 24%. Sin embargo, los datos ya eran negativos antes de la pandemia.

Según Rodríguez, ciertamente las cifras mejoraron y la tasa de desempleo, según la más reciente Encuesta Continua de Empleo publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) se mantuvo en 11,8% entre junio y agosto pasado. Sin embargo, destacó que Costa Rica sigue sin crear trabajo para estas personas que no concluyeron la educación secundaria, ni tiene instrumentos diseñados para eso. 

Esta situación ya había sido advertida por diversas organizaciones como el Estado de la Nación en su informe del 2017: “Los estudiantes matriculados en undécimo año en 2016 representaron el 45,4% de los que iniciaron séptimo en 2012 (cohorte 2012). Además, solo el 50,4% de los jóvenes de entre 18 y 22 años había finalizado la secundaria en 2016”.

Según datos de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (CINDE) en el 2021, las empresas multinacionales del Régimen de Zona Franca generaron más de 22.000 empleos en el país. Pero, estos trabajos son justamente para personal calificado. 

“Cuando usted oye hablando a los políticos sobre crear empleo, todo el mundo está pensando en empleos de alta calificación: Los Presidentes viajan al exterior a traer inversión extranjera en actividades de altos niveles de calificación. Ningún presidente ha dicho ´yo voy a crear empleos no calificados para tal sector´… Pero nadie se ha preguntado ¿tenemos la gente para llenar esas necesidades?”, reflexionó Rodríguez.

Para García, “el gran reto de Costa Rica es esta desigualdad en el bienestar, que pasa justamente por la pobreza, pero también por el empleo. Lo que hemos encontrado en las diferentes ediciones del Índice de Progreso Social que hemos hecho en el mundo es que la mejor intervención para mejorar el progreso social es el empleo de calidad”.

Mejoran los índices, pero cuidado…

Según los resultados del “Análisis de la situación del empleo en Costa Rica, 2022” realizado por el OES de la UNA, los datos reflejan hoy menos desempleados que en el primer trimestre del 2020. Sin embargo, las cifras deben de analizarse con cuidado, porque estas diferencias se deben a esa cantidad de personas que siguen fuera del mercado laboral.

Por ejemplo, de la gente que salió del mercado de trabajo, 59.867 personas aún no se reincorporan después del periodo de pandemia. “Hay mucha gente que en el proceso de la pandemia se salió del mercado de trabajo, dejó de buscar trabajo, se quedó sin empleo y dejó de buscarlo”, explicó Rodríguez.

Además, la cantidad de mujeres que se mantiene fuera del mercado laboral aumentó 5 puntos porcentuales en el último trimestre, pasando de 34% a 39%.

“En desempleo, nuestro piso pasó del 6 y pico por ciento, que había sido el promedio histórico, a un número de dos dígitos y no hemos logrado regresar. a los niveles previos”, explicó Rodríguez.

Con la pobreza ocurre algo similar. “Este año los números de pobreza vuelven a quedar por encima del promedio histórico de las últimas décadas, está en un 23% y el problema con esto es que este dato pareciera que al igual que sucedió con el empleo después de  la crisis del 2008- 2009, se está convirtiendo en nuestro nuevo piso”.

A esta situación se une la pérdida del poder adquisitivo. Según el economista de la UNA, el ingreso declarado de los trabajadores ha venido perdiendo rápidamente poder adquisitivo por la inflación, pero además en términos nominales está estancado. “Parte del problema no es solamente que lo que la gente recibe le permite comprar menos cosas, sino que además la gente no está ganando más. Casi 500.000 personas según los datos de la encuesta, están ganando un salario por debajo del salario mínimo (¢216.887,24 al mes)…esto es algo que nos debe llamar mucho la atención”.

Jaime García también fue enfático en que el principal riesgo de Costa Rica hoy es el empleo informal que asciende a un 44%. “En América latina hay países con los que siempre nos hemos comparado, que son Chile y Uruguay. Antes de la pandemia estos países promedian un 22% de empleo informal. Ahí estaba Costa Rica hace algunos lustros, pero hemos bajado a casi un 44% de empleo informal. ¿Eso dónde nos coloca? Nos coloca con los peores”.

El experto destacó que el informal es el peor empleo que se puede generar, porque son trabajos de mala calidad que les impide ser más competitivos y productivos.

Dos Costa Rica, la Costa y la Rica

García cree que cuando se analizan estos temas hay que tener presente que hay dos Costa Rica: la Costa, refiriéndose, por ejemplo, a la costa pacífica y atlántica, donde los porcentajes de pobreza y desempleo son mayores, y la Rica que está básicamente en el Gran Área Metropolitana (GAM).

Detalló que cuando se estudian los últimos datos del Índice de Pobreza Multidimensional se observa una recuperación. Sin embargo, hay dos regiones, la Chorotega y el Pacífico Central donde el porcentaje de hogares con pobreza multidimensional no ha mejorado. En la primera en el 2021 fue de 19,6 y en el  2022 de 19% y en la segunda fue de 22.2 en el 2021 y 22.9 en el 2022. En la región Central del país, que es la más industrializada y la más diversificada, la pobreza es menor, bajó de 11.3 a 9.9.

“Cuando hablemos de cómo generar políticas de mejora en el bienestar tanto en progreso social como en pobreza tenemos que pensar en cómo sofisticar la capacidad productiva de los cantones y eso no ha llegado porque nos hemos quedado en lo fácil que es darle servicios y oportunidades al 60% de la población que está en la zona central, pero llegar al resto nos ha costado mucho trabajo. Salvo por el turismo y ciertas actividades agrícolas de alto desempeño como café y piña, no hemos logrado generar actividades de alto desempeño fuera de la GAM. y eso también explica mucho esa diversidad de pobreza y bienestar”, expresó el consultor de INCAE.

Para Rodríguez hay dos sectores en el país que siguen arrastrando problemas desde hace algunos años y son grandes generadores de empleo: la construcción y el sector agropecuario.”Tenemos que repensar algunas cosas y eso nos podría ayudar a reducir la brecha entre la gente que está vinculada a esos sectores más pujantes y la gente que está vinculada a esas otras actividades que además está distribuida regionalmente de una manera muy desigual. Los mayores niveles de pobreza están distribuidos en áreas rurales en donde todavía están vinculados a actividades primarias como la agrícola y actividad comerciales que sufrieron muchísimo con la pandemia”, expresó.

Ambos expertos consideran que tampoco se trata solamente de dar incentivos a las zonas francas para que abran sedes en las zonas rurales. 

No solamente se trata de la infraestructura, explicó García, sino que se requiere capital humano sofisticado en esas regiones y se debe comenzar por que la población termine la educación secundaria, los jóvenes tengan oportunidades como la de estudiar alguna carrera técnica, o que los adultos puedan capacitarse para que puedan ingresar a un sistema productivo más sofisticado . 

También, destacó Rodríguez, mejoras en la infraestructura como carreteras y puertos que actualmente se encuentran colapsados. “Imagínese lo que es tratar de atraer inversión a esas zonas si la infraestructura ya no funciona, está cayendo presa de los problemas climáticos, y la capacidad de Caldera está agotada…”.

Además de la necesidad de mejorar la educación, los expertos señalan dos iniciativas que podrían mejorar el empleo en el país y con ello los niveles de pobreza. 

Jaime García hizo un llamado a la simplificación de trámites ya que según dijo, urge que los emprendedores y los microempresarios puedan formalizarse con menores costos. “Hay que hacer políticas o programas no desde la visión del Estado sino desde el ciudadano productivo. Aquí en Costa Rica uno como ciudadano se tiene que adaptar al Estado, en lugar de que el Estado, como un proveedor de un bien y de un servicio, se adapte a uno. Ese es el switch que tenemos que cambiar acá, que realmente los programas se adapten a las necesidades de las personas pensando en un objetivo último que sea disminuir la informalidad, ese debería ser el primer paso”.

Fernando Rodríguez cree que es importante encontrar una forma de que el sector financiero sea un sector competitivo que preste barato.  “El país ha tenido históricamente tasas de interés muy elevadas, que le impiden a la inversión privada poder operar a un costo más bajo. Costa Rica es un país donde financiarse es caro, la gente se queja de los tiempos para ciertos trámites, pero lo cierto es que cuando usted llega a pedir plata a un banco, el costo  que le ofrecen para un  financiamiento es muy elevado”, expresó.

El economista detalló que el 90% de las pequeñas empresas en el país no sobreviven después de los dos años de creadas. “Mucha gente podría tener una oportunidad a través del emprendedurismo, de tener actividades propias, pero los costos de operación son muy elevados e insisto, el acceso al financiamiento es muy caro”.

Los contenidos publicados expresan la opinión del autor y autora, y no necesariamente la visión de la Fundación Konrad Adenauer.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recientes

Buscar

Search