Entrevista con Dorelia Barahona, investigadora
6 febrero, 2023

Por Silvia Castillo, periodista

  • Adolescentes acostumbrados a aislarse, se relacionan más de manera virtual. 

Hoy, la tecnología nos permite vivir como nunca lo habíamos hecho en 200.000 años. Nos informamos y comunicamos en segundos, combatimos enfermedades, somos más productivos y eficientes. Sin embargo, el uso inadecuado de esa misma tecnología podría tener consecuencias sociales poco reconfortantes.

Unos que lo experimentan diariamente son los profesores universitarios quienes enfrentan a jóvenes con deficiencias en sus procesos de socialización, fragmentados porque aún no han desarrollado su proceso identitario, proceso que se da sobre todo en la adolescencia. Son muchachos que están acostumbrados a relacionarse con la gente de manera virtual.

Así opina Dorelia Barahona Riera, investigadora y profesora de la Escuela de Filosofía de la Universidad Nacional, escritora, articulista, guionista y pintora.

Hay muchas carencias en la formación de los jóvenes, asegura Barahona, y esos vacíos dificultan el desarrollo de las conductas sociales -por ejemplo, la incapacidad de dialogar- y producen grietas por donde es fácil que se introduzcan antivalores como la corrupción, la falsificación, el plagio o el deseo de degradar.

“No todos han desarrollado estas capacidades morales y de conducta porque nadie les ha dicho lo importante que es respetar al otro como a uno mismo”, dice la filósofa. 

PolitiKAS en Línea conversó con Dorelia Barahona y estas son parte de sus respuestas.

Como profesora universitaria de filosofía ¿cuál es su valoración de los jóvenes de hoy? 

En la Universidad Nacional se habla de esta problemática con los estudiantes de nuevo ingreso porque son estudiantes que carecen de procesos de socialización que antes se tenían, sobre todo con la pandemia a cuestas. El aislamiento que han tenido, la dependencia de los celulares, el modo de relacionarse con la gente es más de manera virtual y menos por medio de los grupos naturales que se hacían en los colegios. Estas carencias provocan vacíos en todo el desarrollo de conductas sociales aprendidas que tiene que tener un estudiante universitario.  

Además, no leen. En general los profesores se quejan de que los estudiantes ya no leen, lo que hacen es copy paste. Por un lado, la carencia del aprendizaje que da la lectura, de poder reflexionar mientras se va leyendo, tomando posiciones, representando los mundos que da la literatura o la historia… todo eso se salta. Por otro lado, hay un deterioro de las destrezas cognitivas y también de las destrezas éticas y morales, de dónde están mis derechos y dónde están los derechos de los demás.

Antes se podía tener acceso a grupos organizados en la comunidad, pero todo esto se ha perdido. El joven ciudadano va a tener una relación con su país primero mediada por la globalización que le entra por el celular o por la computadora o por las redes sociales, que evita que aprenda a centrarse en lo local, en quién es él en relación a su comunidad y en su poder transformador. Parece que el muchacho no tiene poder transformador, la realidad se le da hecha. El poder transformador que tiene es hacer videos en Tik Tok, pero no tiene un poder transformador en la materia, en la parte física natural de las sociedades. Nadie te educa en que los sucesos pueden cambiar y te pueden cambiar a vos, te pueden transformar para bien o para mal, y nadie te apoya y te dice usted puede. 

Ahora con el incremento en las depresiones en los muchachos, el joven se va volviendo un ser paciente que padece, pero no un ser que transforma, no porta una identidad con poder transformador. Yo puedo pintar una pared de mi casa, puedo reparar algo, tengo esos pequeños poderes que sumados van dando otros. Pero si nadie me orienta en todos esos poderes prácticos, transformadores, voy a llegar a la universidad sin desarrollar esas destrezas.

Son muchachos que se quejan, a quienes a veces no se les puede hablar de cierta manera porque son muy delicados, porque están acostumbrados a eso, a aislarse. En la universidad pueden ser muchachos frágiles que ven la realidad en una sola dimensión y no ven ese poder transformador de lo social y también de lo político. El mundo de la política lo ven como algo sucio y feo, donde es mejor no meterse. Desgraciadamente los partidos políticos han perdido esa capacidad de educar y aglutinar. Sería fabuloso para los muchachos que aún existieran las escuelas políticas, por ejemplo, ya no hay nada de eso. Recuerdo que cuando yo era joven existían esas escuelas donde se les enseñaban cuáles eran los tres poderes, lo que se puede hacer en la Asamblea Legislativa, todo eso desaparece para ellos.

¿Qué es lo que puede hacer un joven? Esto es muy difícil para él, incluso la vocación ya no es un asunto tan respetado, porque lo importante es tener dinero. Lo que hay son call centers, centros de servicio globales y dejamos de lado la vocación porque vamos ganando salario frente a la computadora, siempre aislados, sin proceso de socialización. Tenemos un ser humano fragmentado, que no ha desarrollado bien su proceso identitario que inicia sobre todo en la adolescencia.

¿Qué podemos hacer? Ayer precisamente estábamos hablando de que cuando ingresan hay que darles como una primera clase introductoria de los modos de proceder en la universidad. Antes no se tenía que dar y ahora hay que hacerlo. Por ejemplo, no ponga el celular primero que usted en las clases, porque todos vienen con el celular. Hay muchachos que realmente tienen la adicción de tener el celular. También que no copie, que si copia es un problema para usted porque no aprende. Creen que saltarse la regla es fantástico, muchos hacen copy paste o van al Rincón del Vago, ni comprenden la clase, ni sacan provecho a los profesores, ni se educan. También un poco de filosofía en el sentido de la responsabilidad de la libertad. Hay que volver a hablar de esas cosas porque nadie lo hace. 

La presión del grupo familiar no siempre funciona con el muchacho porque ahí hay muchas problemáticas. Es complicado adjudicar la responsabilidad solo a los padres de familia para que los terminen de formar, porque los mismos padres de familia tampoco terminaron de formarse. Venimos con ese bache educativo desde hace muchos años.  

Yo creo que tienen que crearse iniciativas políticas al respecto y la creación de instancias sociales, comunitarias, o por medio de las municipalidades. No solamente con deporte se desarrolla un ser humano, hay que darles contenido en valores.

-¿Cuándo y cómo inició este fenómeno? 

Creo que tiene que ver con el teléfono celular, definitivamente. Los muchachos pierden la concentración. Lo que te dicen es ‘yo puedo hacer muchas cosas al mismo tiempo…profesora es que usted no entiende’, sí, pero el tiempo es fundamental para que entienda y no queda registrado lo mismo en el cerebro. Leí hoy en un periódico a un sicólogo que dice que hay que limitar el uso del celular, no se les puede dar celulares a los niños. Es terrible cómo se van robando el carácter de las personas, todas estas conexiones que hay con otros mundos antes de realmente procesar quien es uno. La calidad del aprendizaje cambia, baja el nivel educativo y no hay vuelta atrás porque eso no ha mejorado, ha empeorado.

-Ya teníamos un problema con la calidad de la educación en el país y llega la tecnología provocando esas situaciones. ¿Cómo se puede enfrentar?

Yo creo firmemente que el Estado tiene también que asegurar los derechos al desarrollo sano de los individuos. Las personas que están en el Estado tienen que crear espacios, actividades, tienen que volver a cohesionar, anudar las comunidades en las municipalidades, porque no todo hay que centrarlo en San José. Las municipalidades podrían tener redes de apoyo para esta época de la vida que es tan importante.

Este fenómeno no es solamente en Costa Rica, es un fenómeno que pasa en todas partes y los problemas psíquicos de los jóvenes, se dan en otras partes. El alza de las enfermedades mentales también es global. Pero también se habla de que en un principio, debería ser el Estado el que actúe para resguardar a sus ciudadanos de este aislamiento, porque al final nosotros votamos y se necesita de ciudadanos lúcidos, no de ciudadanos enfermos, esto es una bola cada vez más grande, entre más enfermo, aislado, frágil sea un ciudadano, pues así será el gobierno que se escoja.

-Además de lo que los profesores observan en las aulas universitarias, en las redes sociales las personas se manifiestan con gran agresividad y odio. ¿La razón de esto podría ser la misma que señaló antes?

Esto que hablamos de los estudiantes se puede unir a lo que pasa en las redes porque la misma fragilidad en la construcción del yo y de la identidad que se inicia en la adolescencia lo tienen muchos de los que actúan así, con violencia en la redes, porque son ejemplo de lo mismo, no han desarrollado estas capacidades morales y de conducta porque nadie les ha dicho lo importante que es respetar al otro como a uno mismo. 

La desaparición de las iglesias tradicionales también dejó un vacío que no se ha llenado, porque si uno ve las iglesias de la teología de la productividad, digámoslo así, son iglesias a las que no les interesa tanto eso, les interesa el éxito personal, el empuje individual, pero no hay ese sentimiento de “yo soy en mi colectividad, yo soy con mi colectividad”. 

Los partidos políticos tampoco mencionan eso como un valor, es “gane-gane” o “pierda-pierda”, la colectividad pareciera un freno a mi desarrollo individual. Parece como si el otro fuera un problema que tengo que quitarme de encima. Entonces en las redes aparecen estos personajes para quienes el otro es su enemigo, el otro me lo tengo que quitar de encima rapidito y de cualquier manera, no hay nociones de honestidad, de coherencia, en fin todos estos valores que hacen de la vida social algo agradable. Creo que es parte de lo mismo.

Agregaría el problema del dinero, del comercio. La corrupción de una persona frágil es mucho más fácil. La importancia del dinero ha llenado espacios vacíos, el valor del dinero versus el valor de lo humano, parece que va ganando el valor del dinero. En las artes, por ejemplo, hay que ser narcisista, hay que estar ahí enseñándolo todo para existir y eso te quita tiempo para el trabajo serio, la creación, el entendimiento profundo. En qué momento lo vas a hacer si la gente está nada más tomándose la foto para vender y para venderse, nos volvemos también objetos de consumo de nosotros mismos. Eso ya lo dicen varios filósofos, pero es importante recalcarlo. Si uno no tiene cuidado, la personalidad frágil o enfermiza, la psiquis enfermiza, fragmentada, todas estas formas de debilitar y de corromper encuentran grietas donde filtrarse. Hay que incluir ahí tipos de corrupción moral que antes no veían, que son capaces de hacer cosas falsas, de inventar, de plagiar, de degradar, por eso mismo.

-¿Cuáles son las repercusiones de que muchos jóvenes desconocen la historia y carecen de cultura cívica?

Hay una narrativa alrededor mío, de mi identidad, que viene desde el pasado, que es una raíz que me sostiene a mí en el árbol de la vida. Si yo no tengo acceso a esa narrativa voy a ser un árbol que se tambalea, que no tiene buenas raíces. La narrativa del origen de mi familia, del origen del pueblo, del origen de por qué no tenemos ejército… la narrativa de los valores positivos del ser costarricense, la narrativa que me haga más difícil caer en el mercado fácil, en el narcotráfico, en la violencia. Tiene que haber una profunda narrativa para que el árbol sea robusto y eso también ha desaparecido.

 -¿Qué pueden hacer los padres de familia y los profesores? 

Eso es bien difícil porque habría que darles un curso a todos donde se revalorice la socialización en las casas, se revalorice la comunicación, sostener conversaciones alrededor de la mesa por ejemplo. Yo me crié en una familia grande y mi papá y mi mamá tenían que poner orden, nos enseñaron a conversar a la mesa, uno hablaba primero y el otro después contestaba. Hay gente que no tiene educación para participar en este tipo de intercambios familiares y tampoco para dialogar. Lo que hacen los muchachos es hablar, hablar, hablar, dicen su opinión y se callan, y la otra persona da su opinión, pero ya no escuchan porque no saben lo que es dialogar.  La gente ahora come enfrente de la pantalla. Están trabajando y se traen la comida, copian lo que hacen en las series gringas, que comen así y no hablan con el que está a la par.

Con la pandemia, por ejemplo, hubo mucha gente que se quedó sin trabajo, unidades familiares que solo tenían un salario, y tuvieron que aprender o recordar cómo era hacer muchas cosas para ahorrar dinero, desde cocinar más cosas y no comprar tantas, arreglar las cosas que uno tiene en lugar de comprar otras… todas estas dinámicas sobre el mundo cotidiano cercano, ayudan a las personas a intercambiar conocimientos. Cómo se cose esto, cómo se pega este botón, cómo se hace esta receta. Resguardar todo esto es muy importante a la hora de desarrollar personalidades que puedan combatir lo que les entra por las pantallas. Volver a revalorar la cotidianidad, los mundos cercanos, reforzarlos, para poder cerrar de vez en cuando el celular porque si no, ni los padres se dan cuenta que son adictos a los celulares. Creo que se tendría que empezar por ahí. Pero ¿quién escucha estas recomendaciones? 

Los contenidos publicados expresan la opinión del autor y autora, y no necesariamente la visión de la Fundación Konrad Adenauer.

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