Andrea San Gil, Fundadora del Centro para la Sostenibilidad Urbana
12 agosto, 2021

Alrededor del mundo, la manera en que las personas se trasladan de punto A a punto B está cambiando de manera acelerada y disruptiva. Conceptos como movilidad, sistemas de transporte y ciudades inteligentes empiezan a ser cada vez más conocidos y aspiracionales para que nuestras ciudades sean más competitivas y fáciles de navegar. ¿Pero cómo alcanzar esta meta? Para que la movilidad sea de verdad inteligente, debe proveer a las personas con tres elementos clave: datos, información y opciones. La idea es que estos sistemas se apalanquen de la tecnología para poder predecir patrones y necesidades de movilidad, planificar mejor y tomar mejores decisiones, no solo en el caso de personas usuarias, sino también para quienes regulan, operan y planifican los servicios de transporte.

Quienes usan transporte público en el país viven en una eterna incertidumbre y desconocimiento sobre dónde, cómo, cuándo pueden hacer uso del mismo. Plataformas como Moovit han logrado levantar cierta información a partir de datos oficiales, otra a partir de la colaboración de personas usuarias del app. Sin embargo, aún existe una enorme ausencia de información confiable y sencilla (ojalá a tiempo real) sobre los servicios de transporte público, que permita a las personas planificar sus viajes y volver a ser dueñas de su tiempo.

Al evaluar qué tan inteligente es un sistema de transporte, es clave analizar qué tipo de datos brinda, a quién le sirven y para qué. A pesar de que existe un portal de datos abiertos del Ministerio de Obras Públicas y Transportes de Costa Rica (MOPT), en muchos casos nos deja más preguntas que respuestas. Si quisiéramos, por ejemplo, conocer dónde están todas las paradas de buses del país, cuáles buses pasan por cada parada, o cuánto es el tiempo promedio de viaje entre ellas, esa información no existe. Si quisiéramos consultar cuánto costaría viajar desde Puntarenas hasta Cartago, o cómo planificar dicho viaje, el MOPT no brinda la información para hacerlo. Hay carencias también de información clave para determinar si es necesario abrir nuevas rutas, o hacer ajustes o integración entre ellas, como la ocupación en distintas rutas de bus a distintos horarios, el tipo de personas usuarias de distintas rutas, o el nivel de acceso que tienen al transporte público.

Muchos de los datos que podrían dar respuesta a estas incógnitas existen, pero no están siendo compartidos, digitalizados o consolidados. Consejo de Transporte Público (CTP), Autoridad reguladora de los servicios públicos (ARESEP), las mismas empresas operadoras e incluso INCOFER cuentan con GPS en miles de buses en el país. Para la información faltante, se podrían utilizar datos móviles para determinar tiempos aproximados de traslado entre un punto y otro, patrones de movilidad, matrices origen-destino actualizadas, entre otros, indispensable para diseño y planificación de transporte inteligente y moderno. Podríamos ahorrar millones de dólares que hoy se invierten en estudios, simplemente a través del uso de Big data que ya está en manos de otra institución de gobierno. A partir de un convenio con el ICE y anonimizando los datos, estos se pueden abrir y ponerse a disposición para que plataformas que ya cuentan con el software y expertise para brindar dicha información la incorporen a sus sistemas. Desarrollar una app institucional es innecesario, por no decir un desperdicio de recursos.

Para avanzar hacia un sistema de movilidad más inteligente y enfocado en las necesidades de quienes lo utilizan, es crucial y urgente que el MOPT y el público en general cuenten con información ágil, clara y útil para tomar decisiones. El MOPT debe consolidar toda la información relacionada con movilidad y transporte a escala local y nacional, contractualmente exigir la información sobre operación, frecuencias, GPS a las empresas concesionarias, invertir en la digitalización de la información existente, en sistemas de monitoreo de rutas, encuestas de percepción y necesidades de las personas usuarias, entre otros, y ponerla a disposición del público en general. Esto potenciaría la innovación, la toma de decisiones basada en datos y facilitaría la priorización con respecto a inversiones, avances e intervenciones necesarias para mejorar nuestra movilidad.

Andrea San Gil León es la fundadora del Centro Para la Sostenibilidad y cofundadora de Agile City Partners y la Alianza Global por el Transporte Informal. Es Ingeniera Ambiental especializada en sostenibilidad, ciudades y movilidad urbana sostenible.

Los contenidos publicados expresan la opinión del autor y autora, y no necesariamente la visión de la Fundación Konrad Adenauer.

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