Silvia Castillo, periodista
14 diciembre, 2021

• Estudio destaca necesidad de disminuir trabajo informal que ocupa al 48% de la población.

• Brechas estructurales de género continúan limitando posibilidad en mercado laboral.

La desocupación que trajo consigo la pandemia fue mayor en el país debido en parte a que la calidad de la mayoría de los empleos es baja, según se demuestra en el estudio “Desempleo, pobreza y desigualdad en Costa Rica: Consideraciones para una recuperación resiliente”, elaborado por el investigador Andrés Fernández para la Fundación Konrad Adenauer Costa Rica y la Academia de Centroamérica.

Según explicó Fernández el pasado 30 de noviembre durante la presentación de esta investigación, Costa Rica se enfrenta a un gran reto para lograr la recuperación del empleo, ya que no solo debe disminuir el porcentaje de trabajo informal que alcanza al 48% de la población, sino enfrentar el incumplimiento en el pago del salario mínimo y de otros derechos, así como la inestabilidad laboral.

“Esta crisis se centró en las personas que estaban en el sector informal de la economía, que ya de por sí son el grueso del sector laboral”, expresó Fernández. Tres de cada cuatro empleos que se perdieron estaban en la informalidad.

Aunado a esto, se deben enfrentar las brechas estructurales de género que continúan limitando las posibilidades de las mujeres en mercado laboral, cuya situación empeoró con la pandemia de Covid-19.

El investigador explicó que más de 500.000 personas perdieron sus trabajos desde que inició esta crisis sanitaria, lo que significa que es la mayor pérdida de empleo que ha sufrido el país en las últimas dos décadas.

En la presentación del estudio participaron como comentaristas Natalia Morales, investigadora del Programa Estado de la Nación y Ronulfo Jiménez, economista de la Asociación Bancaria Costarricense.

El video con la presentación del estudio puede ser visto en este enlace.

Las brechas se ensancharon

“El Covid-19 ensanchó más las brechas. La mayoría de quienes perdieron el empleo pasaron a condición de desempleo con una tasa estructural del 55%, pero hay una diferencia entre hombres y mujeres”, agregó Fernández.

En el primer semestre del 2020 el 67,4% de los hombres tenía trabajo y en el segundo semestre de ese mismo año (con la pandemia) bajó al 56%, mientras que en las mujeres esas cifras fueron de 42% y luego de 30,6%.

Sin embargo, en el caso de las mujeres, “quienes perdieron el empleo no pasaron inmediatamente a condición de desempleo, sino que tuvieron que pasar a personas fuera de la fuerza de trabajo, lo que quiere decir que no estaban disponibles para trabajar porque requieren cuidar a personas dependientes como menores de edad o adultos mayores”, explicó Fernández.

La recuperación de los trabajos ha sido lenta, pero mayor entre los varones. A junio pasado, el 50,3% de los que habían perdido el empleo lo había recuperado, mientras que en las mujeres el porcentaje fue de 46,5%.

El investigador recordó que Costa Rica ya tenía una tasa de desempleo de dos dígitos (10,2%) antes de que llegara la crisis sanitaria, y en julio del 2020 llegó al 24%. Actualmente, se encuentra en 15,3%.

Además, el desempleo afecta más a personas con baja escolaridad y a los grupos poblacionales más jóvenes (menos de 24 años).

Según Fernández, ciertamente la reapertura de la economía es un paso necesario para recuperar los niveles de empleo, pero el reforzamiento de la calidad de los empleos y del capital humano seguirá siendo un reto para Costa Rica.

Con él coincidió Natalia Morales del Estado de la Nación, quien afirmó que el tema del empleo informal es clave y no sorprende que haya sido el sector más fuertemente impactado por la crisis y tenga una más lenta recuperación. Recordó que desde el periodo 2010-2019 se observaba que el sector más dinámico en la generación de trabajos era el informal. Esto “lo que demuestra es la incapacidad que ha tenido el país para consolidar o ampliar ese sector formal que como vimos con los resultados estaba más blindado para enfrentar los efectos de la crisis y además es el que se está recuperando más rápidamente”.

Pobreza y recuperación

La investigación además determinó que el sector más afectado fue el turístico. Solo el 43% de las personas que tenían empleo en la industria turística lograron mantenerlo.

No es casual que las regiones costeras donde se genera la mayor cantidad de turismo, fueran también las más afectadas, especialmente la región Chorotega y el Pacífico Central.

La pobreza continua más alta que la que se tenía antes de la pandemia y según el estudio, creció más en la zona urbana. En el 2019 la tasa de pobreza en la zona urbana era de 19,8% y creció a 26,4%, mientras que en la zona rural fue de 24,2% a 25,5%. Según Fernández la desigualdad en la zona rural pudo ser más alta si el Estado no hubiera logrado transferir recursos, como el Bono Proteger, a los hogares que estaban en peor condición socioeconómica.

“Las transferencias estatales beneficiaron a quienes más las necesitaban”, concluyó el investigador.

Ronulfo Jiménez por su parte enfatizó en que esta crisis nos toma con una situación fiscal muy deteriorada y la capacidad de cualquier gobierno va a ser complicada para implementar cualquier política. “Me parece que lo importante es que deben de reorientarse los recursos en función de la recuperación postpandemia. No podemos seguir utilizando las políticas sociales como las veníamos utilizando anteriormente. Me parece que clave es que se mantengan los jóvenes en las aulas, y que la educación que reciban sea de calidad, y también tenemos que tener un programa para “reciclar” a personas que no son tan jóvenes en un mundo laboral que va a ser muy diferente”, detalló.

El economista explicó que no se trata de un tema de más recursos, sino de cómo reasignar los recursos existentes.
Andrés Fernández también resaltó la necesidad de que, ante la escasez de recursos económicos, se mejore la efectividad de las políticas. “Definitivamente, la política que podría tener el mayor reto para Costa Rica en el mediano plazo es la mejora del capital humano en el sector educativo con las habilidades y competencias que se requieren para la cuarta revolución industrial”.

Los contenidos publicados expresan la opinión del autor y autora, y no necesariamente la visión de la Fundación Konrad Adenauer.

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