Silvia Castillo, periodista
18 febrero, 2022

El voto es secreto

• Expertos destacan que, pese a debilidad de partidos, el país mantiene fuerte identidad cívica y respaldo a instituciones democráticas.

“Creo que la pregunta de por qué los partidos políticos se han alejado de la gente es muy interesante hacérsela. ¿Cómo es que se han ido alejando? ¿Cómo se han hecho más pequeños, de élites más cerradas y no tan diversos?”.
La reflexión es de Ronald Alfaro Redondo, politólogo e investigador del Programa Estado de la Nación, quien sabe que el trabajo de los expertos en elecciones y partidos políticos será arduo para encontrar respuestas a lo que está ocurriendo actualmente en Costa Rica.

Pese a que el Índice de Democracia 2021 publicado el pasado 10 de febrero por la Unidad de Inteligencia de la revista británica The Economist, ubicó a la democracia de Costa Rica como la tercera más sólida de todo el continente americano (después de Canadá y Uruguay), el abstencionismo continúa en aumento y en las elecciones del 6 de febrero pasado ascendió a 35% en la GAM y en el resto del país fue del 44%.

Para Alfaro ese aumento en el abstencionismo es normal porque en Costa Rica se ha observado esa tendencia en los últimos 24 años, pero reconoce que no lo esperaban tan alto. “Nosotros (en el Estado de la Nación) tenemos un gráfico donde hacemos la proyección, por ejemplo, tres o cuatro elecciones más adelante en el futuro, y el comportamiento que estamos viendo es que se nos adelantaron un poco los tiempos, o sea, íbamos a llegar a ese nivel de abstencionismo en unas dos o tres elecciones más adelante”.

Alfaro y la politóloga y presidenta del Colegio de Profesionales en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Eugenia Aguirre Raftacco, consideran que es muy pronto para sacar conclusiones. Sin embargo, coinciden en que los partidos políticos en el país son débiles y se han convertido en una maquinaria que se concentra nada más en ganar elecciones. Luego, en los periodos no electorales, básicamente no cumplen otra función. Además, hay una personalización de la política, situación que apuntaron, es una tendencia que va más allá de Costa Rica y ocurre en otras naciones de Latinoamérica.

Votantes desmotivados

“En Costa Rica la gente cada día siente menos afiliación por un partido político, siente menos conexión con esos partidos, está desenganchada y los partidos son importantes no solo porque son el mecanismo para acceder al poder, sino porque son los que movilizan a los votantes, los sacan de una zona de tranquilidad para llevarlos a votar”, manifestó Alfaro.

Para Aguirre, los partidos han perdido dos de sus funciones fundamentales, que son la agrupación de intereses y la socialización política. “En este momento existen partidos políticos sin registros de militancia, sin procesos programáticos permanentes, que tienen enormes dificultades para sostenerse, o para agrupar esos intereses de la sociedad en periodos no electorales, y en consecuencia se han venido convirtiendo en maquinaria que se concentran nada más en ganar elecciones”, expresó.

Alfaro destaca, además, la falta de diversidad dentro de estas agrupaciones. Antes, recordó, dentro de los partidos había más sectores como el cooperativista, el de las mujeres, los jóvenes y el sector empresarial. “Usted encontraba ahí una importante diversidad, pero hoy día esos partidos se han ido haciendo cada vez más pequeños, se hablan solo entre ellos y no conectan con las necesidades de la gente”.

Todo esto explica, en parte, el crecimiento del abstencionismo, que ambos politólogos consideran que no fue sorpresa para nadie. Tampoco el hecho de que en las pasadas elecciones nacionales las provincias costeras, como Guanacaste, Puntarenas y Limón, fueron las zonas más propensas a este fenómeno. En Garabito, en Puntarenas, por ejemplo, el porcentaje de personas que faltó en votar fue de 55%.

El hecho de que la participación en las votaciones sea aún más baja en Guanacaste, Puntarenas y Limón, tampoco es nuevo, ya que desde que en el país había bipartidismo, siempre fueron las provincias donde más abstencionismo hubo.

“La política costarricense no ha llegado en los últimos 75 años a hacer que estos sectores de la población se sientan más integrados a la política. Ahí la política se vive de una forma muy distinta a como se vive en otras zonas del país, hay problemas de desigualdad, problemas de empleo, de pobreza, problemas más estructurales, que hacen que la gente se desmovilice electoralmente, que no sienta la misma motivación de participar”, explicó Alfaro.
Las organizaciones político partidarias “sistemáticamente están siendo vaciadas de contenido y no cumplen las aspiraciones de la ciudadanía”, afirmó por su parte Aguirre.

Ambos rechazan que el fin del bipartidismo sea la razón de que los ciudadanos asistan menos a votar.
Lo que sí sorprendió en las elecciones del pasado 6 de febrero fue que Rodrigo Chaves del Partido Progreso Social Democrático, una opción política nueva fundada en el 2018, obtuviera el segundo lugar en las pasadas votaciones con un 16,7% de los votos, convirtiéndose en el contrincante de José María Figueres del Partido Liberación Nacional (PLN) para la segunda vuelta del próximo 3 de abril. Figueres obtuvo el 27,26% de los votos.

Sin embargo, Alfaro aseguró que ese es el patrón que se ha presentado en las elecciones de este último siglo. “A uno le puede parecer sorpresivo el que ganara la elección Luis Guillermo Solís (2014-2018), Carlos Alvarado (2018-2022), y ahora que Rodrigo Chaves esté llegando a una segunda ronda… es un protagonista distinto, pero la historia es muy parecida”, reflexionó. Para el experto, esto le ocurrió también al Movimiento Libertario, y a Restauración Nacional.

La dinámica, insistió, es de montaña rusa. “Los partidos en un momento determinado se encumbran, se enrumban a niveles altos de participación, llegan ahí, tocan un techo y luego se desploman. Entonces nuevos actores se montan en la montaña rusa y una vez que caen otros actores los reemplazan. Vea también el Partido Liberal Progresista en esta oportunidad”, agregó Alfaro.

“Esto es parte de lo que se llaman las identidades partidarias volátiles, es un proceso igual que no es nuevo… hay un tema de agotamiento de algunas figuras, también el tema del cambio que nos planteó el Partido Acción Ciudadana que fue abandonado por esta agrupación y que en consecuencia tuvo un importante castigo, pues hay personas que en búsqueda de ese cambio todavía persisten e insisten, pero es muy pronto para tenerlo clarísimo”, reflexionó Aguirre.

¿Qué sucedió en el país en las últimas décadas para que esto ocurra?

“No ocurría antes porque precisamente lo que teníamos eran identidades políticas muy fuertes. Entonces la gente no cambiaba de partido político. No traicionaba una tradición. Muchas veces hasta una tradición familiar. Pero hoy día no es así, y si usted no tiene esas identidades, lo que ocurre es que una vez que se acerca la elección se ponen una camiseta, pasa la elección y se quitan esa camiseta fácilmente y cambian de un partido a otro, se desplazan, esas identidades son muy transitorias”, detalló Alfaro.

Pese al distanciamiento de los partidos políticos de la ciudadanía y de su debilitamiento, los politólogos destacan la identidad cívica y la fuerte creencia y respaldo de los costarricenses en las instituciones democráticas, así como el trabajo realizado por el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) en un momento complicado como el actual con la pandemia del COVID-19.

El politólogo manifestó además que es importante destacar que, pese a la situación sanitaria, el 60% de quienes conforman el padrón electoral sí votó. “Hay cantones en este país donde votó casi el 80% de la gente. Eso es muy destacable… no podemos obviar que todavía sigue existiendo la creencia en el voto”.

¿Se requieren reformas electorales?

Surge la pregunta entonces de si es necesario llevar a cabo reformas electorales para incentivar cambios en los votantes y en los partidos políticos.

Eugenia Aguirre es del criterio que cada vez que hay un proceso electoral y a los ciudadanos no les gustan los resultados, se vuelve a hablar de la necesidad de efectuar reformas electorales. Aquí, agregó, es importante tener claridad de que nunca se deben realizar al calor del momento político.

“Por eso nuestra constitución establece que las reformas no se hacen ni seis meses antes, ni seis meses después de las elecciones, previendo este calor político electoral. Tienen que ser reformas que respeten la tradición democrática y la construcción de las identidades ciudadanas de nuestro país, no pueden ser reformas abruptas de un día para otro, sino que debe respetarse esa historia institucional al respecto”, expresó la politóloga.

Por su parte Alfaro cree que debería darse una reforma en el tema del financiamiento de los partidos. Se han hecho esfuerzos por mejorar el control y la transparencia de los recursos económicos, pero en su criterio faltan controles en el origen de esos fondos. “De dónde proviene ese dinero, eso es muy importante, porque hay sectores económicos que están presionando fuerte por una vía de financiamiento estatal. El financiamiento es muy desigual, no todos acceden a los recursos de la misma forma y eso plantea barreras importantes”, expresó.

Ronald Alfaro apostaría por reformas electorales más asociadas con el tipo de representación política, por ejemplo, en una carrera parlamentaria, pero con ciertos límites. También, dijo, “hay que pensar en reformar las provincias para que los diputados que se eligen ahí representen mejor a la gente, y otros temas más asociados al funcionamiento de la democracia para devolverle funcionalidad”.

Sin embargo, aboga por encontrar equilibrios y por partidos políticos fuertes, que representen a los ciudadanos y que los ciudadanos se vean reflejados en ellos.

Los contenidos publicados expresan la opinión del autor y autora, y no necesariamente la visión de la Fundación Konrad Adenauer.

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