Silvia Castillo, periodista
18 mayo, 2021

En medio de los efectos negativos de la pandemia y las dificultades económicas que vive Costa Rica, es refrescante escuchar a Randall Loaiza Montoya, director del Centro Nacional De Innovaciones Biotecnológicas (CENIBiot), afirmar que visualiza un futuro muy prometedor para el país.

Es un creyente de la capacidad de los científicos costarricenses y de la inversión realizada para formarlos. “Percibo un ambiente muy efervescente de empresas y personas jóvenes que quieren generar productos y hacer investigación. Yo creo que tenemos mucho potencial y honestamente si sabemos aprovecharlo vamos a poder transformar el país”.

Sin embargo, aseguró, esos méritos serían mucho más provechosos si Costa Rica invirtiera más en investigación y eliminara el exceso de trámites disfuncionales que obstaculiza el desarrollo y el establecimiento de nuevas empresas. Es sumamente importante “alivianar la carga burocrática para que nuevas empresas que no están en el país vengan a instalarse, aprovechen el recurso humano y la biodiversidad costarricense”.

Con una licenciatura en farmacia de la Universidad de Costa Rica (UCR) y un doctorado en fisiología de la Universidad de Wisconsin-Madison, Loaiza dirige este laboratorio del Centro Nacional de Alta Tecnología (CeNAT-CONARE), el cual inició actividades en enero de 2007 y trabaja en el escalamiento biotecnológico, con el propósito de potenciar el desarrollo de la biotecnología en la región.

El CENIBiot cuenta con instalaciones de punta para realizar investigación biotecnológica aplicada, las cuales están abiertas a la academia, el gobierno y la industria.

Según explicó Loaiza, existe una amplia serie de definiciones sobre lo que es la biotecnología. Una de las más aceptadas es que se trata de una aplicación tecnológica que utiliza sistemas biológicos, organismos vivos o derivados de estos organismos, para crear o modificar productos.

Eso lo que quiere decir, manifestó, es que cuando se produce queso o yogurt se está haciendo un proceso biotecnológico porque se utiliza un microorganismo que transforma la leche en otra cosa. También es un proceso biotecnológico cuando se cultivan microorganismos para agricultura y se liberan en el campo, o cuando se toman partes de microorganismos para hacer modificaciones genéticas y curar enfermedades hereditarias en humanos.

Según el estudio “Mapeo de biotecnología: caracterización de la industria” realizado por la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) en el 2018 este sector generó 6.821 empleos directos entre empresas, emprendimientos y centros de investigación en el país. El 22% fueron puestos dedicados a actividades de investigación y desarrollo (I+D), de los cuales el 60% corresponde a empleo femenino.

PolítiKAS en línea entrevistó a Randall Loiza el pasado 5 de mayo y estas son parte de sus respuestas.

1. El estudio de Procomer determinó que, al 2018 en el país había 87 empresas o emprendimientos de esta industria en sectores como biotecnología forestal, agrícola, ganadera, de medicina humana y animal, así como 42 centros de investigación relacionados con esta rama. ¿Qué ocurrió en el país para que se diera ese impacto de la biotecnología?

El estudio de Procomer habla del impacto que tiene la biotecnología y sus aplicaciones en la economía costarricense, y la magnitud de este impacto yo creo que es multifactorial. Uno de ellos se viene dando, creo yo, por la amplitud de las aplicaciones que tiene. Hay una demanda y una necesidad tan grande de muchos sectores de la economía que utilizan herramientas biotecnológicas por una cuestión de volumen, en primer lugar, que impacta mucho en la economía. Pero, para que esas aplicaciones sean posibles tienen que haber personas entrenadas para ejercer esas herramientas o para utilizarlas.

Costa Rica tiene décadas de estar invirtiendo en entrenamiento científico de decenas, quizás cientos de científicos que se han preparado en las mejores universidades del mundo y que ahora trabajan no solamente en los programas de biotecnología del TEC (Instituto Tecnológico de Costa Rica) y de la Universidad de Costa Rica, sino que también trabajan en programas de posgrado a lo largo de todo el país. Se han ido formando profesionales que tienen la capacidad de aplicar las herramientas biotecnológicas a todos estos mercados. Yo creo que los tres principales factores son la demanda, la amplitud de las aplicaciones y la capacidad científica de los costarricenses para ejercerla.

2. Ignacio Trejos Zelaya, informático de gran trayectoria en Costa Rica, dice que con la biotecnología se está repitiendo la historia de lo que pasó con la industria de software. Así como décadas atrás se promovió desde la academia la formación tecnológica temprana, hoy se tiene una situación ventajosa con los profesionales en biotecnología. ¿Podría ocurrir que al igual que con los profesionales en informática, la industria crezca tanto que hagan falta expertos?

Yo veo una diferencia entre las empresas informáticas y las biotecnológicas en el más estricto de los sentidos. Usted tiene una computadora y el conocimiento, y ya tiene una empresa informática. En ciencias de la vida es bastante más complejo arrancar: Usted requiere de laboratorios, infraestructura, equipos desde los más sencillos hasta los más caros, biorreactores, secuenciadores, entonces no es tan fácil que haya una curva de crecimiento exponencial como ocurrió con la informática. Esa barra inicial de ingreso al negocio es mucho más elevada, no está al alcance de un muchacho recién graduado con una computadora debajo del brazo. En mi opinión y por lo que he visto creo que, por el futuro previsible, más bien necesitamos crear más empleos. Hay muchos muchachos graduándose, con mucho conocimiento, para los cuales todavía podríamos generar puestos de trabajo más basados en ciencia y tecnología dura. Sería una absoluta maravilla si llegáramos al punto donde necesitáramos formar más porque ya entre las empresas se los están arrebatando, pero yo no visualizo eso en los próximos años. Ahora, si ocurriera, hay muchos profesionales entrenados en este país en herramientas biotecnológicas. Nosotros actualmente desde el CENIBiot estamos montando programas de entrenamiento personalizados para empresas que están instaladas en el país o incluso empresas costarricenses. Yo creo que, si hubiese una necesidad así en el país en un futuro, desde las universidades posiblemente estaríamos en capacidad de responder a las necesidades de entrenamiento de más personas.

3. Actualmente decenas de costarricenses profesionales en esta área integran equipos multidisciplinarios en prestigiosos centros de investigación estatales o privados de otras naciones. ¿Se debe frenar esta diáspora de jóvenes talentosos formados en el país? ¿Cómo motivarlos a permanecer en Costa Rica?

Si queremos utilizar la terminología del futbol, el roce internacional es importantísimo. Que nuestros muchachos estén con los mejores científicos del mundo en condiciones en las que aquí ni siquiera podemos aspirar, es a todos luces muy ventajoso. El problema no es que se vayan, sino que no regresen.

Eso en parte corresponde a que aún estamos teniendo dificultad en generar esos empleos sobre todo en el sector privado. Las universidades no pueden absorber a todas las personas que salen del país. El sector privado necesita mucha más innovación disruptiva y quienes están en capacidad de hacerla son esas personas que tienen sus doctorados y posdoctorados académicos, que se entrenaron con los mejores del mundo, y saben cómo resolver problemas muy complejos. Ellos tienen la capacidad de regresar al país y tratar de resolver con investigación las necesidades de los diferentes sectores. Esos trabajos que son mejor remunerados, pero que también tienen una mayor rentabilidad en el largo plazo, no los estamos creando a la velocidad que sería ideal estarlos creando.

4. ¿Existe una vinculación entre las universidades, los centros de investigación y las empresas del sector de biotecnología?

Sí existe una vinculación. Nosotros mismos como ejemplo tenemos en el CENIBiot un flujo constante de personal de empresas privadas que viene a hacer procesos y a recibir entrenamiento desde el laboratorio. No son casos aislados, tenemos nuestros colegas en todas las universidades y esto es común. Las empresas desarrollan parte de su actividad con conocimiento generado en las universidades. Nosotros incluso tenemos programas donde proyectos de desarrollo e innovación se ejecutan por investigadores o por empleados de las empresas que nosotros entrenamos, desarrollamos y dirigimos como si fuera un estudiante de maestría o un estudiante de doctorado.

Ellos después van a las empresas y lideran esas líneas nuevas de desarrollo de productos o de investigación. Lo hacemos muchísimo para insumos biológicos en agricultura y también lo estamos haciendo para empresas de dispositivos médicos. Lo que es más difícil de evaluar es el impacto. Siempre se puede crecer y siempre se puede fortalecer más, y publicitar más, pero esa relación existe y es robusta.

5. ¿Está el estado apoyando a esta industria con financiamiento o algún tipo de programas de emprendimiento?

Sí claro, el estado apoya a través de diferentes organizaciones, tenemos al MICITT (Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones), Conicit (Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas), Ministerio de Economía, Industria y Comercio, Procomer, CINDE (Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo). Todos ellos tienen programas que ofrecen apoyos económicos, logísticos, entrenamiento para emprendimientos y para innovación en general. Muchas de las empresas que han sido beneficiadas vienen del sector biotecnológico y yo creo que la Estrategia Nacional de Bioeconomía 2020-2030 va a ayudar a canalizar aún más fondos en esa dirección porque tiene un capítulo completo de biotecnología y además menciona la biotecnología en casi todos los demás capítulos como herramienta indispensable para generar productos de valor agregado.

Entonces los programas existen. Ahora la otra pregunta es: ¿es suficiente eso? Hablamos de que Estados Unidos invierte más del 3% de su Productor Interno Bruto en actividades de investigación, y se habla que un país para sostener un crecimiento constante debería estar invirtiendo al menos 2% de su Producto Interno Bruto. Costa Rica invierte menos del 0,5%, ¿lo que se hace es suficiente para catapultar económicamente al país? Es una pregunta diferente, pero los mecanismos de ayuda y de apoyo existen.

6. ¿Qué podemos esperar en un futuro? y ¿de qué debemos cuidarnos también?

Yo creo que podemos modificar algunas cosas, algunas de ellas vienen de la importancia de la investigación en general. Hay algunas creencias, como la gente que cree que los países ricos hacen investigación porque son ricos y no es así. Son ricos porque hicieron investigación e invirtieron en investigación décadas atrás.

Creo que uno de los retos que tenemos para el futuro es invertir más en investigación. Algunos son retos presentes: vivimos en un país muy entrabado con exceso de trámites disfuncionales y tramitomanía, y definitivamente esos son obstáculos para la investigación, para el desarrollo y para el establecimiento de nuevas empresas. Poder alivianar la carga burocrática para que nuevas empresas que no están en el país vengan a instalarse, aprovechar el recurso humano, la biodiversidad costarricense, es muy importante. Y lo otro es que hay convencer a todos los sectores de este país de que hay que invertir e invertir en grande. Que no todos los resultados se obtienen en tres meses, es más no es deseable que todo se tengan rápido porque los resultados muy rápidos implican mejoras muy pequeñas.

Yo personalmente visualizo un futuro muy prometedor y percibo un ambiente muy efervescente de empresas y personas jóvenes que quieren aprovechar y generar productos y hacer investigación. Así que para mí el futuro es prometedor. Yo creo que tenemos mucho potencial y honestamente si sabemos aprovecharlo vamos a poder transformar el país.

7. Según la firma McKinsey es necesario educar y capacitar a gobernantes y legisladores, a empresarios y a los ciudadanos para comprender estos cambios, aprovechar los beneficios y garantizar que la innovación sea segura. ¿Lo estamos haciendo en el país?

Yo creo que hay muchos ejemplos de cosas que se han hecho bien: relaciones muy fuertes con ministerios, con empresas, con emprendimientos, con empresas grandes, pero decir que en este país se entiende la importancia de hacer investigación, que forma parte de la mentalidad de todos los costarricense y que todos estamos unidos en esa dirección, yo creo que no es cierto. Prueba de ello son algunas cosas que no deberían ser tema de discusión, pero lo son y al serlo demuestran que tal vez no hemos sido lo suficientemente eficientes en transmitir algunos mensajes claves.

Por ejemplo, discutimos si la investigación básica es importante. La gente busca un tema que suena absurdo para decir que es ridícula la investigación básica. Dicen: “es como alguien que estudiara la velocidad a la que se mueve una bacteria”. Bueno, si para entender a la velocidad que se mueve esa bacteria hay que generar conocimiento, equipo, cosas que no existen, todo ese conocimiento genera crecimiento económico y la investigación básica de hoy es la innovación disruptiva de mañana, y entre más básica la investigación, más disruptiva la innovación.

Nosotros todavía estamos discutiendo en este país y escuchamos a las personas criticando a quienes hacen investigación básica cuando en realidad ese es el futuro. Las empresas unicornio, las empresas que valen miles de millones de dólares están basadas en el conocimiento más básico posible, porque entre más básico, mejor el avance científico, más la innovación y mayor el valor de esa empresa.

Ese tipo de discusiones tan sencillas no las estamos teniendo. Queremos que toda la investigación que se haga resuelva el problema de las papas que se pudren muy rápido, por ejemplo, y no quiere decir que no sean problemas importantes, quiere decir que si invertimos en más investigación básica la solución a esos problemas cotidianos va a ser más disruptiva y de mayor valor.

La discusión debería ser cómo hacemos para meterle más recursos a la investigación básica, a la investigación aplicada, a los mecanismos para que haya más flujo de conocimiento desde los centros académicos hasta las personas que están en la calle luchando por ganarse su salario. Pero estamos discutiendo algo muy sencillo y es si debería existir. Eso es como discutir si deberíamos tener hospitales. Es tan básico como eso.

Otro ejemplo, vemos a políticos atacando la existencia de las universidades públicas como si fueran un problema, cuando la existencia de las universidades públicas es la solución a los problemas de crecimiento de este país. El hecho de que no tengamos discusiones abiertas y suficiente educación es lo que nos lleva a tener que defender cosas tan absurdas como la existencia de los centros en los cuales se acumula el conocimiento necesario para que este país salga adelante.

Hay discusiones que son completamente válidas. ¿Se está utilizando cada cinco dentro de las universidades de la forma más eficiente posible? Hagamos un análisis. Es capaz que podemos hacer más con los recursos que ya se reciben, pero eso es cierto en cualquier ambiente, es cierto en la economía familiar, es cierto en una empresa, siempre podemos utilizar mejor los recursos. Eso es una muy larga respuesta a su pregunta sobre si estamos todos alineados, y la respuesta es no, pero deberíamos.

Soy consciente de cosas muy buenas que se hacen. Tomamos microorganismos y a partir de ellos hemos extraído péptidos, moléculas pequeñas que previenen que se descompongan tomates y otras hortalizas. Estamos alargando la vida media de productos perecederos de vida media muy corta para exportación, para consumo diario. En estudios que hemos hecho con cooperativas cafetaleras, demostramos que se puede tener la misma productividad con mejor calidad de taza, prescindiendo 100% de los insumos químicos en agricultura. Ejemplos hay muchos.

Quizás una cosa que ha faltado es que nosotros fuimos entrenados en el laboratorio como científicos y uno aprende a cuestionarse cada cosa que hace y además es muy cauto cuando comunica algo porque siempre -y eso forma parte de la formación científica- encuentra una razón para dudar de lo que hizo. Parte de la búsqueda científica es encontrar errores en lo que uno hace, encontrar defectos, encontrar formas de mejorarlo. Creo que eso hace que uno siempre diga que no es el momento de comunicarlo. Hacemos trabajo multidisciplinario en el laboratorio y quizás deberíamos ampliar ese concepto para la comunicación y lograr el interés de la gente hacia afuera.

Los contenidos publicados expresan la opinión del autor y autora, y no necesariamente la visión de la Fundación Konrad Adenauer.

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