Nicole Stopfer, Jefe del Programa Regional de Seguridad Energética y Cambio Climático América Latina (EKLA)
8 noviembre, 2021

La evidencia científica y sensorial que el cambio climático existe, está presente. Con el correr de los años conceptos como “calentamiento global”, “gases de efecto invernadero”, “energías renovables”, etc. crecen en las narrativas de las esferas públicas, privadas, académicas y , por su puesto, en la sociedad civil. En línea con la narrativa, ha habido avances cruciales en los compromisos de actores para mitigar y adaptar al cambio climático. Por eso decir que no se ha avanzado en abordar el cambio climático no es cierto, sin embargo, se puede argumentar que aún persiste la idea de tratar lo ambiental desde una visión tangencial: como el jardín de nuestra casa que está ahí y hay que cuidarlo pero no es tan importante como, por ejemplo, llevar la comida a la mesa. Pero resulta que, bajo esa misma idea, la realidad es que vivimos en ese jardín, ahí dormimos, conversamos y sembramos nuestros alimentos. Vivimos en un mundo que la humanidad ha modificado para la convivencia, pero bajo el asfalto y por sobre las máquinas es la naturaleza la que gobierna – por eso no poner en la ecuación de cualquier actividad humana el impacto que generamos y la necesidad de pensar en términos económicos, ambientales y sociales es el primer desafío: La transversalidad.

Siguiendo con la pregunta sobre los desafíos en la región, un rol importante también juegan los acuerdos ambientales y climáticos. Pero primero debemos clasificarlos por su grado de alcance y participación según los niveles local, nacional e internacional, siendo este último los que más visibilidad tienen pero que en su mayoría no son vinculantes a la legislación nacional. Lo último, sin embargo, no excluye a las otras políticas del segundo desafío: La implementación. LATAM puede considerarse una región con una robusta arquitectura legal en temas climáticos ( Ver: https://www.kas.de/es/web/energie-klima-lateinamerika/einzeltitel/-/content/politicas-publicas-y-cambio-climatico-en-america-latina ), sin embargo los vaivenes políticos, la ambivalente prioridad de sectores ambientales en las decisiones de inversión pública y la corrupción, entre otros, impiden muchas veces que las leyes, normas y acuerdos que se firman y refrendan logren hacerse realidad según lo escrito. Ante esta situación, y como trabajamos desde el Programa EKLA, creemos que enfocarse en el trabajo directo con gobiernos locales (municipalidades, intendencias, comunas, etc.) es una buena estrategia para cimentar las políticas climáticas desde la base sin dejar de lado, la importancia de impulsar acuerdos en los niveles nacionales y sobre todo regionales – siguiendo la máxima “piensa global, actúa global”.

Regresando a la evidencia científica y sensorial que es irrefutable, en LATAM esto se hace más evidente dado el inmenso territorio desde Tijuana hasta Tierra de Fuego rodeado de 3 océanos con climas, topografía y biodiversidad tan variada como abundante. Es sabido que en el recuento histórico y en la contabilidad actual LATAM no “aporta” de manera significativa a las emisiones de GEI pero los efectos del cambio climático sí se intensificarán en la región con problemas que van desde sequías e inundaciones hasta – entre otro – resultar en migraciones y así pudiendo poner en aprietos las 3 seguridades de las que dependemos: la alimentaria, la hídrica y la energética, por eso el tercer desafío sería: La adaptación. Para esto es necesario no solo la voluntad de transversalizar e implementar las políticas climáticas, sino también de movilizar capital para la capacitación, creación y adecuación de hábitos y proyectos de infraestructura que ayuden a prepararnos para los escenarios problemáticos que se avecinan. Vinculado a esto, el cuarto desafío es : la financiación , tema que en estos momentos se está debatiendo a nivel mundial donde herramientas como el fondo verde del clima y los aportes norte-sur están firmados sólo a la espera de los criterios metodológicos para la salida del dinero , en esto un punto clave es : la transparencia, que podríamos considerarlo un quinto desafío dado que el dinero debe llegar donde se necesita y ejecutarse buscando el máximo beneficio, para esto tanto las políticas de “open data” gubernamentales como la vigilancia ciudadana son fundamentales.

Si bien es cierto la región de América Latina no es grande emisor de GEI, esto no es justificación para salirse o bajar la velocidad en la ruta de la transición energética – sea por el criterio “piensa global, actúa local” sino también porque es el momento de sumarse a la transformación industrio-energético mundial; los hidrocarburos y la economía lineal están de salida y las energías renovables y la economía circular están creciendo, ¿esperaremos a que nos arrastre la marea del desarrollo o tomaremos control de ella? – Por eso el sexto desafío es: la mitigación.

Estos desafíos que mencionamos no son independientes, conviven en un mismo sistema porque para ser sostenibles las acciones de mitigación también deben funcionar para adaptación, deben tener transparencia en el financiamiento de su implementación y una visión transversal de las causas y efectos en la sociedad. Estos desafíos se integran y dependen uno del otro para su funcionamiento, como el equilibrio de un ecosistema. Abordar todos los desafíos no es ni será fácil, pero necesario para que la región de América Latina pueda garantizar un futuro seguro.

Los contenidos publicados expresan la opinión del autor y autora, y no necesariamente la visión de la Fundación Konrad Adenauer.

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