Innovación
13 noviembre, 2024
Cynthia Briceño, periodista
Inicio > Innovación > Biotecnología en Costa Rica: una incomprendida posibilidad
La biotecnología combina tecnologías basadas en ciencias básicas a fin de generar procesos, productos o servicios, utilizando organismos vivos, así como sus derivados por lo cual, debe enlazar el nuevo conocimiento con la producción y el mercado.
Como muestra de ello, para el campo agrícola se generan abonos a base de microorganismos, se preparan cocteles de bacterias capaces de eliminar contaminación química en suelos y cuerpos de agua. A nivel biomédico, las nuevas vacunas ARN son un ejemplo reciente biotecnológico.
Costa Rica armoniza dos aspectos sustancialmente favorables: la rica biodiversidad y el idóneo talento humano formado en el área Bio. Estas, sin embargo, son ventajas desaprovechadas debido a una particular mentalidad, de vernos y sentirnos como nación pequeña, impropia de avances científicos-tecnológicos por cuenta propia. Esa forma de pensamiento permea habitualmente todas las acciones de la sociedad y se refleja en la predominante promoción de la industria fabril, con poca incorporación de la investigación y desarrollo. Asimismo, con frecuencia se circunscribe la Ciencia y Tecnología a las Tecnologías de Información (TI).
Empero, la Promotora del Comercio Exterior de Costa Rica (PROCOMER) contabilizó en el 2018, 6.821 puestos directos distribuidos entre empresas, emprendimientos y centros de investigación relacionados a biotecnología, produciendo $629 millones (1,05% del PIB). Este es un progreso modesto en nuevos empleos y empresas, considerando su perfil clave en los planes de Ciencia, Tecnología e Innovación desde el 2011, así como en varios decretos y esfuerzos, entre otros, que conllevarían el fomento biotecnológico.
¿Por qué no se reaviva el sector biológico?
Para obtener un mayor impacto, se argumenta como una dificultad la carencia del talento humano calificado; paradójicamente una cantidad significativa de profesionales, formados localmente, realizan exitosas carreras en prestigiosas universidades extranjeras, o están a cargo de investigación y desarrollo en empresas transnacionales, donde se reconoce la sólida formación recibida. Esta es una actitud poco practicada por el sector empresarial local.
Respecto a la investigación, esta se desarrolla mayoritariamente en las universidades públicas por personal con grandes dificultades y atrasos en adquirir los insumos necesarios para realizar su labor, dentro del cronograma previsto. Esto ocurre porque las actividades académicas están subordinadas a las administrativas, vistas éstas como un fin en sí mismo; no se quiere comprender o aceptar la enorme desventaja y rezago generado al fomentar un continuo entrabamiento burocrático.
Otra razón válida es la multiplicidad de actores, instituciones e iniciativas que reclaman para sí un nicho propio de acción y exhiben poca coordinación o sentido de obligación bajo una labor común. Por ejemplo, la recién Estrategia Nacional de Bioeconomía, conllevaría la creación masiva de pequeñas y medianas empresas (Pymes), con la promoción de múltiples productos, procesos y servicios utilizando recursos biológicos.
Para lograr todo esto es forzoso, cambios de la Ley de Biodiversidad, N.° 7788 y la reglamentación referente a la Comisión Nacional para la Gestión de la Biodiversidad (CONAGEBIO), reformas no compartidas por esta entidad gubernamental.
Como es señalado recientemente por la Comisión Económica para América Latina (Cepal), la interdisciplinaridad es un elemento básico para fomentar la biomedicina a nivel nacional. Esta en buena parte se lograría al aprobarse el proyecto de ley 21.840, dirigido a modificar la Ley General de Salud y otras leyes relacionadas, con intención, entre otros, de incorporar a los biólogos, genetistas moleculares, y biotecnólogos como profesionales en la salud. Esto impulsaría la investigación en tópicos avanzados biomédicos.
En suma, ¡el desarrollo biotecnológico tico requiere y depende de un cambio mental nacional!
Los contenidos publicados expresan la opinión del autor y autora, y no necesariamente la visión de la Fundación Konrad Adenauer.
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